ATENTO AMIGO: MIRTHA LEGRAND ES UNA VIEJA REACCIONARIA... Y ZULMA LOBATO ES DEL "PALO"

27/11/07

UN ARBITRO DE AQUELLOS

Aníbal Domínguez edificó su imagen como árbitro ventilando sus excentricidades. Las posturas, decisiones, miradas y retos, estaban cuidadosamente trabajados desde ese terreno: el de las excentricidades.
En la cancha de Firmat Foot Ball Club luego de una dura falta del Cache Distefano, el colegiado sancionó al jugador con una tarjeta VISA que había tramitado en el Banco RIO por ser cliente VIP. El perjuicio de la sanción fue confuso para todos los presentes, por eso, segundos después Domínguez se acercó a Distefano para explicarle: “Muchachito, la VISA es la amarilla. Si sigue rompiendo las pelotas, le pongo una MASTERCARD que vendría a ser la roja”.

Sus curiosidades se registraron también en la Villa deportiva del Club Argentino. Una de las mas comentada es la del invierno del 92; después de ponerle el pecho al huracán de insultos en el primer tiempo, Domínguez caminó hacia el vestuario con un sonrisa burlona y antes de ingresar al túnel les dijo a los que estaban apoyados en el tejido “no saben disfrutar mi calidad, ya van a sufrir mas de lo que se imaginan en el segundo tiempo”.
Cuando retornó a la cancha, esperó el primer insulto y al sentirlo giró setenta grados, miró hacia el túnel y gritó: “¡Dale mamá vení, mirá esos son los que te dicen malas palabras!”.
La madre, extremadamente pituca para un domingo de fútbol, largó una bocanada desde su cigarro con boquilla, miró a cada uno de los presentes y mezclando prepotencia con glamour, soltó delicadamente sus labios para comentar “porque molestan al nene manga de malparidos, se nota que no conocen nada de soccer”.

La colección de excentricidades de Domínguez le causaría asombro a la mismísima Marta Minujín. En la localidad de Bigand sostienen haberlo visto dirigir un partido amistoso con portaligas; en Villada no se cansan de repetir que una noche de neblina “dirigió todo el partido con un habano que le regaló Fidel Castro”; y en Chovet, aseguran haberlo escuchado interrumpir el juego, con una armónica en lugar de un silbato.
Aníbal Domínguez defiende en todas las canchas su particular estilo y cuando enfrenta a los medios después de sus habituales escándalos, señala muy suelto de ropas: "yo soy Aníbal, el que no dirigió en el Principado de Mónaco porque no consiguieron caviar para el entretiempo”.

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