“Ocurrió en una noche cualquiera a mediados de los ochenta”
Autor: Eduardo la Negr@ Bigotti
Fue en la última mano de la escoba del quince que la Eloísa miró por la ventana y levantó el cuatro de copas que esperaba tres manos antes. Un enorme reflejo le dio en la cara y le sacó la modorra, la Tola –que estaba sentada enfrente- creyó que el reflejo era parte de la felicidad que tenía su adversaria por ganarle la mano, pero no fue eso.
En silencio juntaron las cartas, contaron sus puntos y entendieron que ya era hora de dormir. Nuevamente el reflejó sobre la cara de la Eloisa las hizo retroceder.
-Viste eso- le comentó la Elo.
-Si ¿Qué será la policía que anda con el reflector buscando el sátiro de la bikini? Le respondió la Tola intentando justificar la procedencia de la luz.
-No que policía, esa luz vino del cielo. O me vas a decir que la cana se compró helicóptero.
Se comentaba que el sátiro de la bikini salía por el barrio, le decían así porque cuando se les aparecía a las mujeres, les pedía que se pusieran una bikini, le sacaba una foto y desaparecía. La Eloísa intuía que la luz no era una luz cualquiera, pero no le iba a decir a la otra lo que pensaba y prefería que hablase ella.
-Che Elo no será un Ovni, viste que andan apareciendo por la zona. Me contaron que el otro día en Bigand se le apareció a uno que estaba cosechando y cuando despertó al otro día, le dijo a la mujer que se iba al más allá, y no lo vieron mas.
La Eloisa produjo un silencio, respiró profundo y cundo le quiso contestar a la Tola, nuevamente la luz se metió por la ventana. Esta vez, se movieron las copas del aparador:
- Ay Tola se ve que son los Ovnis nomás. Dijo la gorda y puso cara de enojada.
El día posterior no les alcanzó, tratando de contar la espectacular aparición de la noche, que solamente ellas habían visto.
Debido a la importancia del tema, por la tarde se reunió la vecinal del barrio y pospuso todos los asuntos agendados para declarar como tema del día: la famosa aparición.
Don Ezequiel Zuritta, presidente de la vecinal, pidió cualquier tipo de pruebas, fotos, filmación o dibujo que permitiera tener mayor consistencia para el caso de la Tola y la Eloisa. Así es como lo titularon en el libro de actas de la comisión vecinal.
La idea que tenía Zuritta era declarar al OVNI, objeto volador ilustre mientras permaneciera en el cielo del barrio. Todos estaban de acuerdo y evaluaban los beneficios que podría traerle este encuentro cercano de cualquier tipo, al barrio mas joven de Firmat.
Al término de la reunión, en el acta quedo plasmada la opinión de los presentes:
“Se resuelve pasar a cuarto intermedio, esperando una nueva aparición de los extraterrestres que nos permita deliberar con mas pruebas de las que contamos a la fecha. Igualmente, se deja constancia que los vecinos asistentes a la reunión, creen que los foráneos vienen en son de paz”.
Esa misma noche todos los vecinos estaban en la vereda de la Eloisa con reposeras y mates esperando la posible llegada de los “nuevos amigos”. El cielo estaba luminoso, las miradas de los vecinos apuntaban al sur buscando la luz que los sorprendiera. Los mas nerviosos eran los de la vecinal, porque sobre ellos caería la responsabilidad de lo que se decidiera.
Las horas pasaron y se hizo de madrugada, muchos se fueron a trabajar sin poder dormir.
Durante un mes seguido los vecinos fueron cumpliendo con el ritual en la misma esquina, a esa altura, ya se le sumaban parientes de otros barrios y de otras localidades que querían ser testigos del ansiado momento.
Hubo que esperar seis meses para volver a ver otro, cuando ya nadie suponía que iban a aparecer. En este caso no fue la Tola, fue Tolín su hermano, el que registró una enorme luz blanca que subía y bajaba por el lado de la vía. Al trotecito, Tolín se dirigió hasta la ventana de su hermana y le golpeó;
- Tola, Tola, me parece ahí llegaron los cosos. Yo te vengo avisar y me voy a dormir.
Y realmente se fue a dormir porque a él no le interesaban estas cosas. En cambio su hermana, salió disparada como un trueno y comenzó a golpear en clave todas las ventanas de los dormitorios del barrio, para que se llegaran hasta el lugar indicado.
Los vecinos estaban en plena ebullición y se organizaron en dos patadas. La recepción estaba armada desde hacía cinco meses. La Luisa -secretaría de la vecinal- llegó al lugar con el libro de actas para que los extraterrestres leyeran el artículo preciso en donde se los declaraba: “personas gratas durante los minutos en que sobrevolaran o aterrizaran la jurisdicción barriopatriense”.
Al barrio le faltaban muchas cosas, contaba con cinco años de existencia y los vecinos se sentían huérfanos en algunas obras. Por este motivo muchos pensaban pedirle a los alienígenas, pavimento, libros para la nueva biblioteca, chorizos espaciales para el próximo buffet del baile y los más jóvenes, el último disco de Miguel Mateos Zas.
Se constituyeron también, pedidos de mayor envergadura que dividieron posiciones entre los de la vecinal. La mitad -entre los que se contaban los vecinos mas combativos- presentaría un acta de independencia, para que sea avalada por los extraterrestres y luego envíada por correo a la ONU. Los otros -los mas conservadores- deseaban convertirse en colonia sin que les importase el planeta del que pasarían a formar parte.
Se respetaría democráticamente la decisión de los “recién llegados” ,y la fracción derrotada asumiría sin problemas el veredicto.
Trescientas personas se juntaron en la esquina de Buenos Aires y Sargento Cabral, la nave estacionó con la enorme expectativa de los vecinos a cuestas. En el mismo instante en que se abrió la compuerta del OVNI, don Ricardo Guidobaldi interpretó un paso doble con su acordeón. Esto se lo había solicitado la vecinal, copiándolo de la película “Encuentros cercanos del tercer tipo”, decían que le tocaban una musiquita para demostrarles afecto.
Bajaron cinco muchachitos medios retacones y de color verde , hicieron una especie de saludo a Don Ricardo, como diciendo que estaban de acuerdo con el acordeón. Caminaron entre los presentes, se pararon delante de la Marta, le sacaron las tres cajas de ravioles caseros que ella había preparado especialmente para la ocasión. Se agacharon, arrancaron un poco de pasto, haciendo señas pidieron una camiseta de Argentino y una de Firmat, que tenían puesta dos nenitas. Antes de subir a la nave para el viaje de regreso, le dieron un beso a la petisa Gaetán y se fueron.
nos mudamos
Hace 2 años.
2 comentarios:
FELICITACIONES, VIEJO. ESTUPENDO EL CUENTO COMO TODOS LOS QUE LEI. LLEGUE ACA RECOMENDADO POR UNA AMIGA, SILVIA CARAFA, A QUIEN AGRADEZCO INFINITAMENTE. UN FUERTE ABRAZO y ADELANTE. SALUDOS DESDE BIGAND.
GERARDO
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