(Cuento de Futbol)
Ese año fue increíble, no se como miércoles terminé siendo ayudante de campo del gran: Edelmiro Bermúdez, o Don Edel como lo conocíamos en el pueblo. Fue a mediados de los años ochenta. Don Edelmiro consiguió armar un equipo soñado, de los que jugaban el futbol que siempre le gustó a la gente.
Nadie supo hasta el día de hoy, si Don Edel sustentaba sus tácticas ofensivas en sus principios futbolísticos o en su gran pérdida de la memoria. Muchos se inclinaban por decir que el gran secreto estaba en su falta de memoria. Era terriblemente despistado nunca recordaba las posiciones de nuestros jugadores, quizás por eso produjo revoluciones futbolísticas en la región.
Como no recordar la tarde en que teníamos que ganar por más de cuatro goles en cancha de Federación de Los Quirquinchos y Don Edel puso en cancha un triple enganche con tres puntas. Los tres enganches eran: La piedra pómez Estévez , el Mago Herrera y la muñeca Sosa. Recuerdo que el gran estratega me comentó en la semana; “quiero tener contención en el medio y voy a poner dos hombres que recuperen la pelota para dársela al enganche de turno”.
Víctima de sus olvidos, cuando armó el equipo y dio la charla creyó que estaba poniendo en cancha dos recuperadores y un enganche, pero si había algo que no iban a hacer la muñeca y la piedra pómez era recuperarla. Eso si, cuando la tenían en los pies no se las podía sacar nadie y si se juntaban con el Mago: parecían el Huracán del Flaco Menotti.
Cuando entró el equipo a la cancha y los nuestros- que habían llegado a la cancha en la chata de los bomberos- vieron los tres mágicos juntos, no podían parar de cantar. Lo que jugó el Mago Herrera ese día, no lo podían agarrar. Le pegamos un baile inolvidable ganamos cinco a uno y fue la primera vez que vi en una cancha de la zona, que se cerrara el buffet para ver la demostración de fútbol que estábamos dando. Por supuesto que clasificamos
Otro gran olvido que causó sensación fue la tarde que jugamos la segunda semifinal en cancha nuestra y Don Edelmiro puso solo dos defensores de oficio . Con el empate nos alcanzaba porque a la ida ganamos dos a cero, así que si el equipo no se desesperaba y el reloj seguía corriendo, pasábamos a la final seguro. Muchos querían que pusiera de marcadores de punta a los Medinita, que eran rápidos y metían como locos, pero Don Edelmiro no les dio el gusto.
Arrancó la charla técnica y dijo: “Al arco el Chango- y atrás vino el plato fuerte- la defensa va con, la muñeca Sosa, Trusendi, el pila y usted Romerito”. La cara que puso Romerito, el pibe era el mejor proyecto de inferiores que sacamos en los últimos diez años. Jugaba de ocho como jota jota, tenía una clase y una pegada inolvidable, pero ni en sus sueños jugaba de marcador de punta.
Entraron los nuestros y entre los papelitos, el flaco Saldía al ver que no estaban los Medinita, grito desde la tribuna: “grande Don Edelmiro así se juega al fútbol”. El flaco no lo dijo por los hermanitos que eran de su barrio y los adoraba, lo dijo porque era un lírico de aquellos y su único propósito en la vida era defender los equipos del gran técnico.
Ganamos tres a cero, yo no controlé el tiempo porque esa tarea le tocaba al Pechi, pero seguramente de noventa minutos de juego, tuvimos la pelota ochenta. Los otros diez anduvo por el aire, porque los centrales de ellos se dedicaron a reventarla si es que no iban al bulto.
La final la ganamos a la ida y a la vuelta. Nuestro poder de juego era tan comentado que vino gente de Rosario a ver el partido. Dicen que estaba el gordo García Blanco también.
A la ida en cancha de Chañarense, el esquema del triple enganche dejó su lugar para el de los cuatro fantásticos: el mago, la piedra pómez, la muñeca y el diez de la reserva, Julito Bárbaro, se comieron una de patadas terrible, pero como jugaron . Ganamos cuatro a tres y era de suponer que en algún momento nos metieran goles, pero que importaba: si nosotros habíamos hecho uno mas. Fue un partidazo, porque ellos al estar perdiendo dos a cero a los cinco minutos, tuvieron que salir a buscar y nos empataron faltando cinco. El mago como siempre nos salvó, clavando un tiro libre en el ángulo cuando el reloj marcaba cuarenta y siete del segundo tiempo.
El partido de vuelta también lo ganamos y pudimos dar la vuelta. Terminó tres a uno y se desató el festejo, nos abrazamos con Don Edelmiro, me acuerdo que lloré porque nunca había podido salir campeón como jugador, el viejo me acariciaba y se reía. Era de suponer que la hinchada se adueñara del festejo y se lo tenían merecido, nos habían acompañado a tantos lados y se trasladaron en cada cosas.
Entre tanta alegría tuve la oportunidad de ver al flaco Saldía que no paraba de reírse junto a Don Edelmiro mientras tomaban un vino el en buffet. Me contó el negro López que estaba despachando vinos, que el flaco le dijo a Don Edel; “Maestro ma que falta de memoria ni falta de memoria, lo suyo es convicción” y Don Edelmiro con una sonrisa cómplice bajó la cabeza y se río.
Nadie supo hasta el día de hoy, si Don Edel sustentaba sus tácticas ofensivas en sus principios futbolísticos o en su gran pérdida de la memoria. Muchos se inclinaban por decir que el gran secreto estaba en su falta de memoria. Era terriblemente despistado nunca recordaba las posiciones de nuestros jugadores, quizás por eso produjo revoluciones futbolísticas en la región.
Como no recordar la tarde en que teníamos que ganar por más de cuatro goles en cancha de Federación de Los Quirquinchos y Don Edel puso en cancha un triple enganche con tres puntas. Los tres enganches eran: La piedra pómez Estévez , el Mago Herrera y la muñeca Sosa. Recuerdo que el gran estratega me comentó en la semana; “quiero tener contención en el medio y voy a poner dos hombres que recuperen la pelota para dársela al enganche de turno”.
Víctima de sus olvidos, cuando armó el equipo y dio la charla creyó que estaba poniendo en cancha dos recuperadores y un enganche, pero si había algo que no iban a hacer la muñeca y la piedra pómez era recuperarla. Eso si, cuando la tenían en los pies no se las podía sacar nadie y si se juntaban con el Mago: parecían el Huracán del Flaco Menotti.
Cuando entró el equipo a la cancha y los nuestros- que habían llegado a la cancha en la chata de los bomberos- vieron los tres mágicos juntos, no podían parar de cantar. Lo que jugó el Mago Herrera ese día, no lo podían agarrar. Le pegamos un baile inolvidable ganamos cinco a uno y fue la primera vez que vi en una cancha de la zona, que se cerrara el buffet para ver la demostración de fútbol que estábamos dando. Por supuesto que clasificamos
Otro gran olvido que causó sensación fue la tarde que jugamos la segunda semifinal en cancha nuestra y Don Edelmiro puso solo dos defensores de oficio . Con el empate nos alcanzaba porque a la ida ganamos dos a cero, así que si el equipo no se desesperaba y el reloj seguía corriendo, pasábamos a la final seguro. Muchos querían que pusiera de marcadores de punta a los Medinita, que eran rápidos y metían como locos, pero Don Edelmiro no les dio el gusto.
Arrancó la charla técnica y dijo: “Al arco el Chango- y atrás vino el plato fuerte- la defensa va con, la muñeca Sosa, Trusendi, el pila y usted Romerito”. La cara que puso Romerito, el pibe era el mejor proyecto de inferiores que sacamos en los últimos diez años. Jugaba de ocho como jota jota, tenía una clase y una pegada inolvidable, pero ni en sus sueños jugaba de marcador de punta.
Entraron los nuestros y entre los papelitos, el flaco Saldía al ver que no estaban los Medinita, grito desde la tribuna: “grande Don Edelmiro así se juega al fútbol”. El flaco no lo dijo por los hermanitos que eran de su barrio y los adoraba, lo dijo porque era un lírico de aquellos y su único propósito en la vida era defender los equipos del gran técnico.
Ganamos tres a cero, yo no controlé el tiempo porque esa tarea le tocaba al Pechi, pero seguramente de noventa minutos de juego, tuvimos la pelota ochenta. Los otros diez anduvo por el aire, porque los centrales de ellos se dedicaron a reventarla si es que no iban al bulto.
La final la ganamos a la ida y a la vuelta. Nuestro poder de juego era tan comentado que vino gente de Rosario a ver el partido. Dicen que estaba el gordo García Blanco también.
A la ida en cancha de Chañarense, el esquema del triple enganche dejó su lugar para el de los cuatro fantásticos: el mago, la piedra pómez, la muñeca y el diez de la reserva, Julito Bárbaro, se comieron una de patadas terrible, pero como jugaron . Ganamos cuatro a tres y era de suponer que en algún momento nos metieran goles, pero que importaba: si nosotros habíamos hecho uno mas. Fue un partidazo, porque ellos al estar perdiendo dos a cero a los cinco minutos, tuvieron que salir a buscar y nos empataron faltando cinco. El mago como siempre nos salvó, clavando un tiro libre en el ángulo cuando el reloj marcaba cuarenta y siete del segundo tiempo.
El partido de vuelta también lo ganamos y pudimos dar la vuelta. Terminó tres a uno y se desató el festejo, nos abrazamos con Don Edelmiro, me acuerdo que lloré porque nunca había podido salir campeón como jugador, el viejo me acariciaba y se reía. Era de suponer que la hinchada se adueñara del festejo y se lo tenían merecido, nos habían acompañado a tantos lados y se trasladaron en cada cosas.
Entre tanta alegría tuve la oportunidad de ver al flaco Saldía que no paraba de reírse junto a Don Edelmiro mientras tomaban un vino el en buffet. Me contó el negro López que estaba despachando vinos, que el flaco le dijo a Don Edel; “Maestro ma que falta de memoria ni falta de memoria, lo suyo es convicción” y Don Edelmiro con una sonrisa cómplice bajó la cabeza y se río.
3 comentarios:
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