La especialidad del Flaco Finochio fue el mano a mano. El flaco - histórico arquero de ligas y también de portaligas- acrecentó su prestigio gracias al poder intimidatorio de sus encuentros cercanos con goleadores.
Cada vez que un jugador lo enfrentaba, el flaco le relataba diferentes historias que conmovían al futbolista, obligándolo al abandono de la pelota.
El poder de seducción no culminaba con el duelo; los jugadores ingresaban en un trance tan extraño que resolvían no pisar mas el àrea ni siquiera para los corners.
Los escasos goles que se cuentan en su espalda fueron de centros o tiros libres ejecutados por defensores o volantes centrales.
Afamados delanteros de prestigio cuentan entre sus deudas las ingratas tardes en las que no pudieron concretar ante el flaco; pero también se florean en las mesas familiares relatando las hermosas historias de cinco segundos, que les susurraba el flaco Finochio.
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