NUEVO CUENTO: El destino del fútbol en Firmat

Autor Eduardo La Negra Bigotti

EL DESTINO DEL FUTBOL EN FIRMAT
Se ha descubierto en los últimos años que el destino del fútbol de nuestra ciudad está escrito detrás del monumento a Moreno en la plaza que lleva su nombre. Con dedicación y esmero quien se acerque a la hora que baja el sol, podrá leer sobre la sombra del monumento en letras casi imperceptibles, frases que remiten a la suerte que correrán los hombres de nuestro fútbol. Esta posibilidad de alegría o desgracia opera solo en firmatenses nativos. Por más que un futbolista falsifique su documento y llegue al pie de Moreno
–cosa que ha sucedió con jugadores que estuvieron visitando parientes-las nubes le ganan lugar al sol y no permiten sombra alguna. Pocos se atreven a contar lo que les depara el destino y se cuenta que a muchos padres se los ve salir frustrados atravesando las vías para el lado del centro luego de haber leído –y esto se supone- que su hijo será empleado de fábrica, médico o mozo.

Una cantidad considerable de entrenadores han organizado la popular cena de campeones semanas antes del final del Torneo y el día de la conquista lo vivieron como si nada. Evidentemente sabían de antemano que su equipo daría la vuelta. Otros a los que el destino les ha jugado una mala pasada, han intentado abandonar el barco antes de tiempo para no sufrir la decepción de no campeonar. Por más que tuvieran claro su destino y que hayan pretendido retirarse trampeando, diferentes situaciones casi mágicas los han hecho desistir; ellos dijeron que lo hicieron en nombre del juego limpio. Se supone que al desenlace tuvieron tiempo para masticarlo realizando semanas con entrenamientos cargados de honesto pesimismo.

Después de haberme escondido mucho tiempo en el viejo Hotel Zanini y en los últimos años entre sus escombros -porque fue demolido-, he llegado a la conclusión de que lo único que busca el destino con sus anuncios es desdramatizar el fútbol de nuestra ciudad. Sino como se explica que en Firmat algunos marchen lo más campante abrazando gente luego de las goleadas que recibieron en algún clásico y otros, festejen mesuradamente campeonatos que cortaron cincuenta años de sequía. Si el destino nos ha elegido como prenda para que el mundo futbolero pose sus ojos sobre nosotros, bienvenido sea.
Yo debo ser sincero y agregar que en otro lugar de la plaza Moreno, donde solamente crecen flores rojas, el destino había reservado este relato para mí.