Existe un lugar muy particular llamado “Paraje la ilusión”. El mismo es un templo del básquet al que muy pocos han podido llegar. Se trata de un lugar escondido en el camino de tierra que une Firmat y San José de la Esquina. Tiene una cancha de básquet al aire libre, a la que se llega por invitación confidencial y solamente pueden concurrir los cincos jugadores más el técnico.
Allí los espera el quinteto de los sueños, un equipo surgido del mismísimo campo, que se niega a jugar en las ligas de básquetbol de la zona, por creer inconveniente el uso de la camiseta musculosa, ya que la misma significaría la pérdida de la virilidad.
Algunos testimonios que pueden recogerse de los equipos que han sido derrotados, son asombrosos. Se dice que juegan con una sola jugada en ataque, que marca su base el petiso Mascambroni haciendo la V de la victoria. Los que pudieron hablar con el petiso luego de los encuentros, sostienen que en realidad el petiso es un peronista de ley que se niega a marcar con su mano algo que no sea la V. Con el paso de los partidos sus compañeros han asumido que cuando levanta la mano marcando la jugada, ellos deben comenzar la coordinación número dos.
También se cuenta que en la alineación inicial aparece un norteamericano blanco que mide dos metros catorce. Muchos arriesgan que el nivel de juego del yoni es digno de la NBA. Parece que el muchacho llegó a la Argentina cuando tenía quince años, en un intercambio cultural de esos que habitualmente se hacen entre los institutos de enseñanza del inglés. Al año y medio su pasión por los buffet de las jineteadas lo llevó a embriagarse y perder su pasaporte. Desde ese día el capataz del campo se niega a llamar a la embajada para tramitar un nuevo pasaporte, por miedo a que abandone el equipo y sus dirigidos pierdan capacidad rebotera.
Los tres integrantes restantes son los trillizos Difulvio, mas conocidos como los Bermúdez porque tienen el pelo igualito al actor de novelas. A la hora del juego los hermanos ostentan la pequeña particularidad de no pasarle la pelota a ningún compañero de equipo que no sea familiar directo. Por eso es entendible que se hablen maravillas de las exquisitas triangulaciones de ataque que generan los “Bermúdez”.Comentan que de jóvenes estuvieron a punto de salir de novio con las trillizas de oro, pero fue la época en que las rubias se embarcaron de gira con Julio Iglesias. La búsqueda de la fama de las porteñas frustró el combo de noviazgos que hubiera sido un suceso en la región.
Uno de los partidos mas incómodos que tuvieron que soportar los trillizos, fue el día que los dos Milanesio y los tres Ginobilli se presentaron en la cancha formando un quinteto envidiable. El mal trago al que tuvieron que sobreponerse los Difulvio, no fue generado por la calidad indiscutible de los foráneos. El verdadero impacto fue ver como los Ginobilli le pasaban la pelota a los Milanesio y viceversa, sin que fueran parientes. Esta situación que para ellos significaba una traición genética fue conceptualizada por las curanderas del lugar como “el síndrome de los tiradores de tres” .
Ese día quinteto del paraje la ilusión vio peligrar el invicto, hasta que apareció la madre los Difulvio, pidió minuto a la mesa de control y les explicó a sus hijos que semejante herejía consumada por los cinco integrantes de enfrente, lo único que traería sería una enorme maldición sobre cada uno de ellos, a tal punto que sus carreras quedarían truncas.
Así fue como los trillizos pudieron sortear el obstáculo propuesto por los rivales y terminaron llevándose uno de los triunfos mas festejados de la última década.
Al día de hoy, el quinteto del paraje la Ilusión tiene una sola cuenta pendiente con el básquetbol. La misma quedará saldada en el momento en que los Harlem globetrotters se dignen a pisar por primera vez el campo argentino y acepten el desafió.
Los conocidos de Don Velásquez, el capataz de la estancia, sostienen que si el triunfo quedara en manos de los locales, automáticamente se clausuraría la cancha y los cinco mágicos deberán buscar equipo porque ya no habrá nada más para ver. Aunque reconocen también que La Zunilda, esposa de Don Velásquez y encargada de confeccionar las citaciones para los rivales, nunca ha enviado la invitación a los morochos del norte porque anda entreverada con el Petiso Mascambroni y tiene miedo que se le vaya.
Allí los espera el quinteto de los sueños, un equipo surgido del mismísimo campo, que se niega a jugar en las ligas de básquetbol de la zona, por creer inconveniente el uso de la camiseta musculosa, ya que la misma significaría la pérdida de la virilidad.
Algunos testimonios que pueden recogerse de los equipos que han sido derrotados, son asombrosos. Se dice que juegan con una sola jugada en ataque, que marca su base el petiso Mascambroni haciendo la V de la victoria. Los que pudieron hablar con el petiso luego de los encuentros, sostienen que en realidad el petiso es un peronista de ley que se niega a marcar con su mano algo que no sea la V. Con el paso de los partidos sus compañeros han asumido que cuando levanta la mano marcando la jugada, ellos deben comenzar la coordinación número dos.
También se cuenta que en la alineación inicial aparece un norteamericano blanco que mide dos metros catorce. Muchos arriesgan que el nivel de juego del yoni es digno de la NBA. Parece que el muchacho llegó a la Argentina cuando tenía quince años, en un intercambio cultural de esos que habitualmente se hacen entre los institutos de enseñanza del inglés. Al año y medio su pasión por los buffet de las jineteadas lo llevó a embriagarse y perder su pasaporte. Desde ese día el capataz del campo se niega a llamar a la embajada para tramitar un nuevo pasaporte, por miedo a que abandone el equipo y sus dirigidos pierdan capacidad rebotera.
Los tres integrantes restantes son los trillizos Difulvio, mas conocidos como los Bermúdez porque tienen el pelo igualito al actor de novelas. A la hora del juego los hermanos ostentan la pequeña particularidad de no pasarle la pelota a ningún compañero de equipo que no sea familiar directo. Por eso es entendible que se hablen maravillas de las exquisitas triangulaciones de ataque que generan los “Bermúdez”.Comentan que de jóvenes estuvieron a punto de salir de novio con las trillizas de oro, pero fue la época en que las rubias se embarcaron de gira con Julio Iglesias. La búsqueda de la fama de las porteñas frustró el combo de noviazgos que hubiera sido un suceso en la región.
Uno de los partidos mas incómodos que tuvieron que soportar los trillizos, fue el día que los dos Milanesio y los tres Ginobilli se presentaron en la cancha formando un quinteto envidiable. El mal trago al que tuvieron que sobreponerse los Difulvio, no fue generado por la calidad indiscutible de los foráneos. El verdadero impacto fue ver como los Ginobilli le pasaban la pelota a los Milanesio y viceversa, sin que fueran parientes. Esta situación que para ellos significaba una traición genética fue conceptualizada por las curanderas del lugar como “el síndrome de los tiradores de tres” .
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Así fue como los trillizos pudieron sortear el obstáculo propuesto por los rivales y terminaron llevándose uno de los triunfos mas festejados de la última década.
Al día de hoy, el quinteto del paraje la Ilusión tiene una sola cuenta pendiente con el básquetbol. La misma quedará saldada en el momento en que los Harlem globetrotters se dignen a pisar por primera vez el campo argentino y acepten el desafió.
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4 comentarios:
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saludos. una pena lo del gato negro.
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